P U E R T A M E X I C O
JULIO M. ROMERO TIJUANA MÉXICO , 2016-2017
DESAPARECER: De des- y aparecer. Conjug. c. agradecer.
- intr. Dejar de estar a la vista o en un lugar. La mancha ha desaparecido. En Am., u. t. c. prnl. Se desapareció de la casa.
- intr. Dejar de existir. Los dinosaurios desaparecieron hace millones de años.
- intr. Dicho de una persona o de una cosa: Pasar a estar en un lugar que se desconoce. Varios montañeros han desaparecido a causa de la tormenta. Han desaparecido las llaves, no las encuentro.
- tr. Hacer desaparecer. U. m. en Am. Desaparecieron a su hermano. U. t. c. intr. y c. prnl.
”TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE...”– título del libro escrito por Marshall Berman y publicado entre los años de 1971 - 1981
Considerando que Tijuana es una ciudad de fundación reciente —hace apenas 128 años— en conjunto con factores geopolíticos que influyen en que carezca de edificios coloniales, vestigios de civilizaciones prehispánicas y espacios físicos apegados al discurso oficial de construcción de identidad nacional —comunes en las ciudades del centro y sureste de México—, estos factores han generado desde su fundación en sus habitantes una suerte crisis de identidad o la necesidad de afrontar y sobreponerse a las dificultades que supone fabricar una. La historia reciente de Tijuana está atravesada por un complejo proceso de transformación que dio inicio 30 años atrás en el contexto de la implementación del modelo neoliberal globalizado, proceso durante el cual este lugar funcionó como laboratorio de la posmodernidad. Debido a esto, a finales de la década de los noventas la ciudad se convirtió en uno de los centros de manufactura más importantes de México, explotando su cercanía y relación privilegiada con el estado de California a través de la vecina ciudad de San Diego. Durante la primer década del siglo XXI la ciudad se ha configurado en relación a las distintas crisis de la era: Las nuevas políticas exteriores del G8 a partir de la guerra contra el terrorismo, el flujo de capital hacia mercados emergentes más atractivos para inversionistas, la crisis económica del 2008 y, recientemente, los estragos de la guerra contra el narco en México. A esto añadimos que parte del proceso de adaptación a su nuevo papel como centro de manufactura implica también el desarrollo de infraestructura que atiende a las necesidades de un crecimiento de población repentino generado por movimientos migratorios internos. Al mismo tiempo la ciudad y sus habitantes han reaccionado ante los nuevos panoramas que presenta cada uno de dichos cambios económicos. Con todo lo mencionado anteriormente ha habido una sistemática destrucción o abandono de edificios de carácter histórico tales como: el Toreo, La estación de bomberos y centro de detención de La Ocho, el edificio de la antigua estación turística Mexicoach, el Cine Bujazán, el edificio Calette y la Puerta México entre otros resulta lógica. Sin embargo, hay opiniones encontradas entre sus habitantes con respecto a que si esto es un mal necesario (desde la lógica desarrollista: des-aparición/des-alojo = progreso) ya que hasta cierto punto la impermanencia es un fenómeno que los habitantes de esta región hemos adoptado como símbolo de identidad (pareciera un “lugar común” decir que Tijuana es un lugar sin memoria). Por otro lado, existe también el punto de vista de quienes critican esta postura e insisten en que la desaparición de estos espacios evidencia nuestra desatención como ciudadanos al patrimonio cultural. Se pudiera pensar, dentro del contexto de la política cultural en México, que la pérdida del patrimonio cultural impide la creación de una identidad, el sentido de apego y la pertenencia a un territorio. Además se supone que la inexistencia de este capital, tiene el efecto de dejarnos en “caída libre … sin horizonte[...]”. Tal vez esto no debería sorprendernos si tenemos en cuenta que Tijuana se forma dentro de lo que se nombra como una sociedad líquida, caracterizada principalmente por la impermanencia, además de la ausencia en manifestaciones de poder y riqueza de la etapa moderna y posmoderna.
Al reflexionar sobre lo que conlleva la construcción de la historia-identidad en base a estas políticas, la permanencia de estos monumentos sólo funciona como bandera que ondea y da a conocer la presencia de distintos grupos hegemónicos . Con este punto de vista, pudiera considerarse como una señal saludable, su carencia manifiesta que las estructuras sociales no están del todo definidas, la ciudad es aún tierra de nadie. Es curioso cómo este fenómeno también tiene un eco dentro de la historia del arte, llama la atención el hecho de que la desaparición de estos espacios funciona como huella, vestigio de una forma muy específica de actividad económica en la ciudad, situación que nos remite a las primeras imágenes fotográficas elaboradas por Daguerre y en las que la ausencia de la figura humana es consecuencia también de actividad (movimiento=vida) es por esto que lo único que vemos representados en ellas son edificios, calles, construcciones, sujetos inertes. ¿debemos entonces concluir con esto que permanencia=inerte?. Trabajar a partir de la huella, la ausencia, el vestigio genera varias preguntas: Si la permanencia es en realidad la manifestación de distintos problemas tales como: la romantización del pasado, un despliegue del poder por parte de los distintos grupos hegemónicos locales o remanentes de un proyecto fallido de unificación y construcción de identidad a partir de un supuesto discurso histórico apegado a intereses que están muy alejados de la percepción local¿Debemos dejar entonces este trabajo también abierto a los intereses del mercado? ¿Qué alternativas podemos proponer para la construcción de un sentido de identidad e historia? PUERTA MÉXICO es un intento por elaborar una nueva manera de permanencia en la memoria colectiva a través del lenguaje del arte contemporáneo, apegada a la ideología y formas de representación de la sociedad en la que actualmente nos desenvolvemos ¿Por qué no en vez de conservar todo un edificio, solo preservar una idea abstracta que lo evoque? ¿Por qué no utilizar el objeto de arte como herramienta para una nueva construcción de memoria e identidad?